“Cristo es el
verdadero protagonista de las bienaventuranzas: No es solo el que las ha
enseñado o enunciado, sino que es, sobre todo el que las ha realizado del modo
más perfecto y con toda su vida” (Juan Pablo II en su discurso a los jóvenes
del Perú en 1985). El seguimiento de Jesús y la acogida del reino se verifican en la
confesión y práctica de las bienaventuranzas.
Entonces, “los ojos fijos en Jesús” (Hb 12,2),
recordando la vida y la muerte de nuestros mártires y obrando nuestra propia
conversión, meditemos la segunda bienaventuranza en Mt 5,4.
II. Bienaventurados los mansos,
porque ellos
poseerán la tierra.
1. Jesús, manso y humilde de corazón
v El enunciado de la segunda bienaventuranza se encuentra casi
literalmente en el versículo 11 del
Salmo 37 en el cual se confronta la situación de los impíos con la de los
pobres y humildes. El salmo es una
llamada a los humildes a confiar en que la justicia de Dios prevalecerá sobre
la maldad y la violencia de los impíos y al mismo tiempo una exhortación a no
responder con las mismas actitudes de violencia, de cólera, enojo e ira a los
que les oprimen. -Para la
profundización de la segunda bienaventuranza nos conviene hacer nuestra la
oración del Salmo 37 y tener presente que también era oración de Jesús.
v Jesús vivía en un país y en una
sociedad marcados por la violencia. Él sabía que era peligroso bajar solo de
Jerusalén a Jericó. Sus ojos de niño y joven veían horrorizados las muchas
crucifixiones que ordenaba la justicia romana.
Sabía que entre los suyos rige la ley: “ojo por ojo y diente por diente”. Jesús
aconsejaba a sus discípulos a romper con la espiral de la violencia, a no devolver mal por mal, a amar al enemigo,
a perdonar, a no juzgar, ni condenar.
v Cierto día, Jesús da gracias al Padre por revelar los misterios del
reino a los pequeños y humildes y ofrece alivio y descanso a los agobiados y
sobre-cargados de las leyes de este mundo (cf.Mt 11,25-30). “Tomen sobre ustedes mi yugo
y aprendan de mi que soy manso y humilde de corazón y hallarán descanso para
sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”. La mansedumbre de Jesús brota de su comunión
con el Padre: “Todo me ha sido entregado por mi Padre”.
v Cuando ya los fariseos confabulan contra Jesús para eliminarlo, Mateo
aplica a Jesús el estilo del Siervo de Yahvé en Isaías: “He aquí mi siervo, a quien elegí,
mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre Él, y
anunciará el juicio a las naciones. No disputará ni gritará, ni oirá nadie en
las plazas su voz. La caña cascada no la quebrará ni apagará la mecha humeante,
hasta que lleve a la victoria el juicio: en su nombre pondrán las naciones su
esperanza” (cf. Mt 12,14-21).
v La entrada “triunfal” de Jesús a Jerusalén evoca de una manera
impactante la venida del Mesías como Rey-Siervo (cf.Za 9,9-10). Cayendo en manos de quienes lo arrestan,
maltratan, condenan y crucifican, guarda la iniciativa y la serenidad. Hace
prevalecer la mansedumbre y opta con todo su ser por la no violencia.
v De una manera significativa el Evangelio de Mateo en su epílogo subraya
que Jesús, denunciador de la violencia y actor de la no violencia, como
resucitado posee en herencia la tierra: “Se
me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt 28,18).
2. Nuestros mártires en medio de la
gente humilde de Santa y Pariacoto.
v Ya once años Sandro venía caminando con las comunidades de gente humilde
del valle de Santa. A ese europeo
disciplinado, decidido y ejecutivo le costó entrar en el modo de ser y el ritmo
de la gente de Santa, había que aprender
paciencia, humildad y mansedumbre; recibir antes de dar; percibir buenas nuevas
antes de anunciar la Buena Nueva.
Miguel y Zbigniew en Pariacoto
vibraban con esa vida dura, sencilla y alegre que se cultivaba en las muchas
comunidades de la parroquia. ¿Cómo
entrar en ellas, ser y anunciar la Buena Nueva?
Había que reconocer la propia debilidad, revisar la teología aprendida,
olvidar y aprender de quienes en estas
tierras, por siglos, sabían vivir y morir.
v Los misioneros Sandro, Miguel y Zbigniew se encontraban en medio de
poblaciones campesinas, gente humilde que vive una relación determinante con el
“humus”: las durezas y las bondades de la tierra se reflejan en el alma del
campesino. La mansedumbre y la humildad del cosmos se palpan en el corazón del que
barbecha la tierra, la abona, siembra en ella, distingue en ella entre mala
hierba y buena hierba, y todos los días vive pendiente de lo sembrado hasta el
día de la cosecha.
v La historia de las comunidades de
Santa y Pariacoto es también una larga historia de sobrevivencia en estructuras
políticas y sociales de pecado que han “ensuciado” (cf. José María Arguedas) el
alma de los campesinos.
Nuestros misioneros eran enviados a rescatar la vocación “comunera” de
los pueblos, a sanar, perdonar y unir.
Aparecida, hablando de la opción preferencial por los pobres, parece sugerir una pastoral de la ternura y
mansedumbre: “Solo la cercanía que nos hace amigos nos permite apreciar
profundamente los valores de los pobres hoy, sus legítimos anhelos y su modo
propio de vivir la fe. La opción por los pobres debe conducirnos a
la amistad con los pobres” (DA 398).
v Según testimonios, en el corto tiempo que toma la brutal detención de
nuestros mártires, en sus últimos gestos y palabras, en su actitud indefensa
frente a la violencia asesina, resuenan las palabras de Jesús: “Por eso me ama el Padre, porque doy mi
vida para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente”
(Jn 10, 17-18).
3. Algunas preguntas para encaminar
nuestra conversión.
v ¿Cómo reacciono yo en situaciones de conflicto y discrepancia con otros?
- ¿La
segunda bienaventuranza influye en mi manera de ser y de actuar?
v Frente a tantos hechos de violencia en el país se pide más policías en
las calles, más y mejoras cárceles, leyes más drásticas, castigos más
contundentes, la pena de muerte…¿Por
allí va la solución?
v ¿Qué opinas de la invocación de Dios para justificar la violencia?
v Existen de hecho muchas situaciones de injusticia, de corrupción, de
crimen y robo organizados, de violación del medio ambiente: ¿Cuáles podrían ser formas de lucha no
violenta frente a estos abusos?
v Compartamos nuestros
conocimientos sobre profetas de la no violencia como Mahatma Gandhi, Maximiliano Kolbe, Etty Hillesum, Martin Luther
King, Teresa de Calcuta, Oscar Romero, Miguel Tomaszek, Zbigniew Strzalkowski y
Sandro Dordi.
v ¿Quiénes eran, son y serán los
poseedores de la tierra?